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El mapa en la novela de fantasía es todo un clásico: apuesto a que has tenido en tus manos un libro donde en la primera página viene un mapa muy mono sobre el reino que conocerás cuando empieces tu lectura. Te detienes a mirarlo, pensando en qué harán los personajes que aún no conoces cuando recorran todo ese territorio

He leído muchos libros con mapa y siempre he pensado que está bien incluirlos, aunque no los veía imprescindibles. Creía que era mucho más importante pensar en razas, en épocas o en nombres de ciudades. Eso fue hasta que me aventuré a escribir una novela de fantasía juvenil con su mundo diseñado. En mi cabeza estaba la historia y el recorrido de los personajes, pero conforme avanzaba en su escritura, me di cuenta de que necesitaba saber más: dónde estaba cada ciudad, montaña o río que yo había inventado, qué había alrededor y cuánta distancia podría haber entre una ubicación y otra, sobre todo para plantear los viajes y su duración.

Con mi falta de talento para el dibujo, hice unas zonas horribles en un folio y por ahí pude guiarme un poco. No fue suficiente. Necesitaba ver el mapa, tenerlo ahí como algo real. No solo por saber cómo era ese lugar, sino por hacerlo real y pensar en cómo se había llegado a formar. Nunca me había pasado, así que entendí a los escritores que necesitan adjuntar un mapa en sus novelas como requisito para construir un mundo nuevo.

Decidí darle uso al Photoshop y mirar un tutorial en Youtube sobre cómo crear mapas. Me llevó días hacerlo (no solo porque estaba en inglés y eran cinco vídeos), pero lo conseguí y a partir de entonces la escritura fluyó mejor, porque iba consultándolo. Vale, no quedó tan bonito como otros, pero me dio el apaño:

mapa fantasia
Este es el boceto del que te hablo. Sin nombres, porque no está publicado

MAPA DE UN MUNDO IMAGINARIO

Unos de los mapas más bonitos que he visto ha sido el de Ravka, que aparece en la «Trilogía Grisha» y en «Seis de Cuervos», de Leigh Bardugo. No fue imprescindible a la hora de leer los libros, pero me gustó verlo, sobre todo por los detalles:

ravka map

Es importante plantear algunas ciudades importantes y las montañas o ríos más relevantes, o incluso zonas, estados o distritos. Pero también hay que pensar en la época en que esté ambientada la historia para tener en cuenta el transporte o el estado de las vías o carreteras, el cima, incluso el tipo de gobierno que hay. También te servirá cuando, por ejemplo, tus personajes cambien de ubicación y tengan que pasar por un río o un bosque. No cruzarán igual por un lugar que por otro, ni se encontrarán los mismos obstáculos. Si los mencionas, puedes darle más credibilidad a tu relato. Y además, ayudará a que tu imaginación fluya mejor, porque conoces el sitio muy bien.

También debes de pensar en cómo son los caminos y cómo recorren las distancias los personajes, en qué medios de transporte y en qué circunstancias climatológicas. Así evitarás fallos en la escritura de fantasía como son los recorridos poco creíbles y distancias sin sentido. Además, a tus lectores les encantará saber dónde viven o a dónde van los personajes, incluso cómo de lejos está el malo maloso de turno.

MAPA URBANO ACTUAL

No es común que en una novela situada en una ciudad actual haya al principio un mapa. Creo que los únicos que he visto son los de Dan Brown (y no son de fantasía). Cuando los leí, yo nunca había estado en Roma. Visité la ciudad un poco después y me di cuenta de que en mi recorrido turístico acabé encontrando lugares que me sonaban y que no eran muy famosos, solo por haberlos leído en las novelas (fue antes de las películas).

dan brown map

Esta experiencia (que, por cierto, te recomiendo), puede pasar con muchos otros libros de fantasía ubicados en ciudades actuales. No se suele necesitar mapa o no suele verse, la verdad. Los sitios conocidos como París, Londres, Las Vegas, Los Ángeles, etc. los has visto en películas, series o en imágenes, sientes que los conoces y son parte de ti, pero reconócelo, jamás has estado allí.

Cuando el libro se ha ubicado en un lugar real, tu mente tiende a asociarlo con un recuerdo y no deja volar tanto la imaginación como ocurre con un mapa inventado. Algo así me pasó cuando leí la trilogía «El fin de los tiempos» de Susan Ee. La autora hablaba con detalle de la zona oeste de Estados Unidos y me resultaba imposible recrearla en mi mente, ya que no la conocía. Lo intenté hasta que decidí pensar que era un lugar imaginario y disfruté más de la lectura.

Creo que es por eso que he oído muchas veces recomendar a los escritores no ubicar las novelas urbanas, para que cada lector imagine que es su propia ciudad o invente una en su mente. De hecho, yo opté por esta opción cuando escribí mi novela «Lumen», que en el primer manuscrito sí que estaba ubicada en una ciudad real. Aunque, reconozco que he leído muchos libros, sobre todo de Estados Unidos, donde salen una y otra vez sus ciudades.

MEZCLA DE FANTASÍA Y REALIDAD

También hay historias de fantasía que mezclan lugares ficticios y reales. Esto es bastante útil, sobre todo si conoces la ciudad, ya que puedes añadir lugares imaginarios donde quieras. Creo que no se incluyen mapas en estos libros porque si conoces en parte la realidad, imaginar el resto es sencillo.

Cuando lees Harry Potter seguro que piensas que darías lo que fuera porque Hogwarts existiera o que al entrar en un bar pudieras acceder al Callejón Diagon. Es tal la forma de mezclar ambos mundos que la línea que los separa es muy sutil. Este tipo de mundos es más sencillo de crear, porque hay mucho inventado, y todo depende más de la imaginación que tengas al escribir el resto y encajarlo todo.

También ocurre algo parecido con las historias distópicas o futuristas donde se muestran variantes de lo que ya existe. En este tipo de historias es más importante pensar en cómo está la ciudad o nación ahora, qué sistema de gobierno hay o qué diferencias hay con la versión anterior, entre otros aspectos.

Un ejemplo de distopía de este tipo es «Los juegos del hambre» que, aunque se habla de Panem como nueva nación, en realidad es una versión del mapa de Estados Unidos con sus nuevos distritos.

Como ves, la mayoría de los mapas son el resultado no solo de un bonito diseño y un gran trabajo por parte de ilustradores, pero también del esfuerzo de sus creadores: tuvieron que estrujarse la cabeza para que saliera algo coherente que ayudara al lector a comprender mejor la historia y adentrarse en ella.

Y tú, ¿qué opinas sobre los mapas? ¿Te has planteado introducir uno en tu novela?

¿Prefieres las ciudades reales o ficticias? ¿Tal vez ambas? Lo que sea que pienses, cuéntamelo en los comentarios.

 

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Correctora, maquetadora, mentora y formadora de escritores. Autora de manuales de escritura y novela juvenil. Ayudo a escritores a mejorar y pulir sus textos, y a dejarlos listos para publicar. Les enseño cómo revisar sus libros y todos los secretos de la autopublicación.
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