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Hay muchas técnicas de escritura y trucos para crear una historia, pero en este artículo he recogido tres que considero relevantes para construir buenas tramas, encadenar escenas y evitar errores importantes si sabes cómo manejarlas: perder la credibilidad, resultar pesado o redundante, tener una novela poco sólida, restarle fluidez, etc.

Estas técnicas de escritura son: la regla de tres, sembrar y recoger, y acción-reacción.

¡Vamos a verlas!

LA REGLA DE TRES

Ya se sabe que el número tres es mágico, que se usa de incontables maneras: títulos, cuentos, marketing, sinopsis, etc. Seguro que has oído hablar de que una persona recuerda mejor una información si esta se agrupa en bloques de tres en tres. Por ejemplo, en una sinopsis de tu novela, que aparezcan tres ideas o elementos juntos tendrá mejor resultado que solo uno o dos.

Es algo que está estudiado y el tres funciona.

En narrativa, esta regla está presente a menudo y te recomiendo usarla en tus escritos. Por ejemplo, cualquier historia está compuesta de introducción, nudo y desenlace.

Pero en este artículo quiero centrarme en cómo sacarle partido a esta regla para evitar ser pesados y redundante con la información o, al contrario, no aportar la necesaria para que el lector la asimile; así como aprovechar dicha regla para mejorar los diálogos o descripciones.

1. DIÁLOGO:

Para que un diálogo no resulte pesado y quede bien construido, tendrías que usar la regla de tres en:

  • Cada tres frases o ideas, incluir un inciso narrativo, sobre todo, si la intervención es larga; si el tema sobre el que se está hablando se cierra a la cuarta frase, puedes añadir el inciso después. Fíjate en este ejemplo. Hay tres frases antes del inciso:

—Mi familia está marcada por la mala suerte. Desde hace generaciones nos persigue. ¿Te he contado alguna vez lo que le pasó a mi hermana? —Me miró y yo negué con la cabeza—. ¿No? Creí que lo sabías. Pues aquí va la historia…

  • Después de tres intervenciones de los personajes, añadir un párrafo narrativo. Esto es opcional, ya que hay diálogos fluidos en que añadir un párrafo provocaría que pierda dicha fluidez. Depende de lo que quieras transmitir, claro. Pero es una buena forma de guiarte en diálogos con intervenciones largas.

—Mi familia está marcada por la mala suerte. Desde hace generaciones nos persigue. ¿Te he contado alguna vez lo que le pasó a mi hermana?

—Qué va. No sabía nada.

—¿No? Pues aquí va la historia.

María se sentó en un banco y yo me acomodé a su lado.

—Mi hermana…

  • Tras escribir tres intervenciones sin decir quién habla, hay que mencionar al personaje que interviene para que el lector no se pierda, ya sea con un inciso o un vocativo.

Te recomiendo informarte más sobre los diálogos en este artículo, donde vienen errores de este tipo y ejemplos.

2. REPARTIR INFORMACIÓN:

Ten en cuenta siempre esta idea: con que algo se repita tres veces en toda la novela es suficiente para que el lector lo afiance y entienda el concepto. Solo tres. Más sería pesado; menos podría ser insuficiente para el lector.

Esto se puede aplicar a datos sobre los personajes, información de lugares, conceptos de tu worldbuilding, términos complicados, ideas o valores que defiendes, escenas similares, expresiones de personajes, etc.

Por ejemplo, si un personaje es pobre y lleva ropa raída, no hace falta que se lo digas todo el tiempo al lector. Elige tres momentos diferentes: al inicio del libro, cuando describes al personaje; un poco más adelante, pasa frío una noche, debido a la indumentaria; hacia mitad de la novela, consigue robar una ropa nueva y desechar la rota.

El problema de explicar siempre lo mismo y hacer aclaraciones sobre las mismas ideas provoca que el lector se aburra o se canse por ser repetitivo. Así que es fundamental tener en cuenta la regla de tres si quieres que lo afiance y no ser pesado.

3. DESCRIPCIÓN:

Puedes describir con tres detalles a los personajes, elementos de tu mundo, objetos, lugares, etc. Eso no quiere decir que adjetives de tres en tres, algo que no te recomiendo, sino que menciones solo tres ideas cada vez.

Por ejemplo, al describir cómo es un personaje, en vez de soltar una retahíla de datos seguidos, mencionar solo tres:

María tiene el pelo negro, los ojos azules y la nariz cubierta de pecas.

De esta forma, el lector asimilará mejor la información y se hará una idea de cómo es el personaje. Y más adelante puedes añadir otros datos sobre su ropa, por ejemplo.

También puedes jugar con las diferentes formas de describir que te explico en este artículo.

Sin embargo, decir cierta información solo una vez y no mencionarla más provocará que el lector se olvide. Por ejemplo, tu protagonista tiene los ojos azules, lo dices al comienzo y no vuelves a comentarlo. En estos casos, es bueno recordarlo en diferentes momentos de la historia hasta contabilizar tres veces.

SEMBRAR Y RECOGER

Cuando siembras en un huerto diferentes plantas, lo esperable es que coseches eso que has sembrado, ¿verdad? En narrativa, esta técnica de escritura se utiliza de forma similar. Si quieres que en algún momento de tu historia se muestre una información, objeto, elemento, resolución, etc. deberías haber dado pequeñas pistas previas sobre ello, es decir, haber plantado semillas relacionadas con ello.

Por ejemplo, en el capítulo cinco tu personaje necesitará una espada para enfrentarse a unos asaltantes. Lo usual sería que en los capítulos previos se explique cómo consiguió dicha espada o al menos que la lleva siempre encima. De esta forma, la presencia de la espada no se capta como sacada de la manga cuando te conviene. Si nunca lo has mencionado y aparece de repente, la sensación de credibilidad se pierde.

Esto sucede a menudo no solo con objetos que parecen surgir de la nada, sino también con información, intereses y hábitos repentinos:

  • El asesino es alguien nuevo que jamás ha aparecido en la novela.
  • Al final del libro, vemos al personaje tocando la guitarra en una fiesta y dice ser un apasionado de la música, pero jamás se ha visto antes practicar ni se sabe que le gustaba.
  • El personaje que ayuda a resolver un enigma es el mejor amigo del protagonista, del que nunca se habló antes y que casualmente aparece en el momento oportuno.
  • Hacia mitad de la novela, el protagonista necesita correr durante varios kilómetros a buen ritmo, y dice justo en ese momento que todos los días hace running y está preparado para el desafío.

En todos estos ejemplos que he puesto, lo más seguro es que el lector crea que le estás tomando el pelo o considere poco sólida la historia.

En una novela, no hay casualidades, todo obedece a un propósito. Por eso, es importante tener en cuenta todos los detalles que necesitas recoger para plantar semillas previas. Esto se consigue con la planificación en mayor o menor medida.

Y ten en cuenta que esas pistas pueden ser sutiles, no hace falta que le des mucha importancia. Por ejemplo, puedes mencionar un par de veces que el protagonista va a correr todas las mañanas; así, cuando llegue el momento de la carrera, el lector entiende que está en forma.

En este caso, también te puedes guiar por la regla de tres y mencionar dicha información un par de veces antes de la tercera, que será cuando se necesite.

ACCIÓN-REACCIÓN

Ya lo dijo Newton: toda acción, por muy leve que sea, da lugar a una reacción. Este proceso también sucede en narrativa.

Esta técnica de escritura consiste en tener en cuenta que todo acto que realiza un personaje debe tener una consecuencia para la historia, que puede ser positiva o negativa.

Por eso, si tu personaje se comporta de determinada manera, toma una serie de decisiones en vez de otras, actúa con otros según unos criterios o forma de ser, etc., tendrá diferentes consecuencias.

Te dejo algunos ejemplos:

  • Si tu protagonista roba un banco, puede acabar en la cárcel o tendrá que huir para que no lo atrapen.
  • Si mata a alguien, puede tener consecuencias mentales como arrepentimientos o puede perseguirlo la policía.
  • Si discute con un amigo, podría perder la amistad para siempre.
  • Si un adolescente se marcha de casa, seguramente sus padres se preocupen, lo busquen o acaben implicando a la policía.
  • Si se le muere un familiar muy querido, lo lógico es que esté abatido y recuerde a esa persona.

El problema es que hay autores que se olvidan de que la acción que ha realizado el personaje o de que lo que sucede en la historia debe tener una consecuencia y el libro sigue sin más, como si no hubiera pasado nada. Esto provoca que la novela no sea sólida, no se sostenga.

Tener en cuenta una de las técnicas de escritura como acción-reacción provoca que los personajes no actúen porque sí ni las escenas sucedan por fruto del azar, y que la historia esté bien estructurada o encadenada. Será más creíble.

Así pues, ten en cuenta esta idea a la hora de escribir o planificar tu historia: toda acción tiene una consecuencia.

¿Conocías estas tres técnicas de escritura? ¿Las utilizas en tus historias? ¿Cuál te resulta más complicada de abordar? Cuéntamelo en los comentarios.

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Correctora, maquetadora, mentora y formadora de escritores. Autora de manuales de escritura y novela juvenil. Ayudo a escritores a mejorar y pulir sus textos, y a dejarlos listos para publicar. Les enseño cómo revisar sus libros y todos los secretos de la autopublicación.
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