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Mi aventura escritoril empezó con el rechazo de un maestro

Desde niña, no he podido vivir sin un libro. Me quedaba hasta altas horas de la noche enganchada a la lectura, sobre todo si era con “Los Cinco” de Enid Blyton.

Y esa pasión me llevó a desear escribir mis propias historias.

Así, con doce años, me llegó la oportunidad de compartir mis escritos en el periódico escolar.

¿Qué podía perder?

Pues todo. El maestro encargado me rechazó y jamás me dejó escribir nada. Eso causó un shock en mí, me consideré insuficiente y dejé las ganas de escribir aparcadas durante años al no creerme válida.

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Pero la vida me lanzó una señal cuando tuve mi primer ordenador

Pasada la adolescencia, empecé a estudiar Filología Hispánica, ya que me encantaba la literatura, pero sobre todo analizar oraciones (sí, soy así de rarita, qué se le va a hacer).

Y también llegó a casa mi primer ordenador.

Tener internet me abrió un mundo de posibilidades. Vino la oportunidad de compartir mis escritos con el mundo y relacionarme con personas a las que les gustaba lo mismo que a mí. Así empecé a escribir cuentos y fanfics.

Y volvieron las ganas de escribir que había dejado aparcadas a un lado.

Hasta que llegó mi primer trabajo de verdad

Al terminar la carrera, decidí trabajar de monitora en una granja escuela.

De primeras, no era un mal plan. Ese trabajo me permitía estar al aire libre y me pasaba el día montando a los peques a caballo, enseñándoles animales, hablándoles de plantas y de la naturaleza…

Todo muy bonito, pero inestable, mal pagado y con un horario que dejaba bastante que desear.

Cada día me quemaba más, pero me mantenía a flote mientras soñaba con historias, así que empecé a escribir mis primeras novelas en los ratos libres.

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Ilusa de mí, pensé que ganaría el premio Gran Angular

Había escrito ya varias historias, pero no decidí publicar hasta que no tuve una de la que sentirme orgullosa. Así nació Lumen.

Inocente y soñadora, la mandé a montones de editoriales y también al premio Gran Angular, uno muy prestigioso de novela juvenil. Obviamente, no resultó, pero haber dado el paso me llevó a tener en cuenta otras posibilidades.

Así descubrí el mundo de Amazon.

Y allí conseguí publicar mi primer libro y, para mi sorpresa, tuvo éxito. Así que empecé a tomarme la escritura como algo serio.

Además, pasó algo curioso.

Aprendí tanto durante el proceso, con montones de tropiezos y aciertos, que decidí compartir la experiencia con otros escritores en mi blog.

Eso provocó que se encendiera en mí una chispa, el deseo dormido de vivir de la literatura

Al ver que se abría ante mí una posibilidad que me motivaba y que la gente me pedía más y más, decidí mandar a la porra la granja y montar una empresa de servicios literarios con la que seguir ayudando a otros.

¿Por qué no?

Había pasado años dormida, con la herida del rechazo de ese maestro y montando a niños a caballo mientras soñaba con libros, era el momento de dar el paso.

Y lo hice a pesar de que nadie de mi entorno daba un euro por mí, a contracorriente.

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Entonces llegó una novela erótica que puso mi mundo patas arriba

Llevaba un tiempo corrigiendo textos en una revista editorial y a amigos, pero no había llegado nada serio.

Hasta que me escribió Anne Garber, la primera autora que me mandó un encargo de corrección de novela y confió en mí.

Fue todo un reto, yo estaba muerta de miedo y a la vez ilusionada, pero lo disfruté como nunca y me di cuenta de que había nacido para eso.

Y empezaron a lloverme los pedidos…

A día de hoy, puedo decirte con orgullo que tengo una empresa sólida, he conseguido ayudar y formar a miles de autores en todo el mundo, he seguido publicando mis propios libros, incluso escribo libros por encargo para otros.

Y esto es solo el principio de la aventura…

Sé que, si estás leyendo estas palabras, tienes un sueño parecido al mío. Sé que quieres que tu libro vea la luz de una vez por todas.

Lo sé, porque he estado ahí.

Por eso, ¿qué vas a hacer con esa novela que tienes en mente? ¿Y con la que llevas diez años escribiendo?

¿Te lanzarás a compartirla con el mundo o dejarás que acabe en el cajón de los libros olvidados?

Te animo que des el paso porque, si yo lo logré, tú también puedes.

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