Empezar a escribir puede convertirse en un reto para quien quiere plasmar en el papel las historias que le rondan por la mente. A algunos les sale de manera natural, pero otros necesitan una guía. En esta serie de artículos, irás aprendiendo, de la mano de varios escritores, cómo adentrarte en cada género narrativo para empezar a crear esa historia que siempre soñaste escribir.
El artículo de hoy se centra en los relatos cortos. David Generoso Gil es escritor de relato corto, cuentos y microcuentos. Ha publicado libros de relatos como D.I.O.S, Cróhnicas con h o Tr3s. Te invito a que te des una vuelta por su página, donde podrás leer sus relatos y sus artículos relacionados con la escritura, o echarle un vistazo a su interesante reto de escritura. ¿Quieres descubrir todo lo que está dispuesto a enseñarte?
Hola, lectores y lectoras del blog de Celia. Tengo una noticia buena y otra mala que daros. La buena (para mí) es que me han cedido este espacio para contaros cómo escribir relatos cortos. La mala (para vosotros) es que tendréis que aguantarme a mí, en lugar de leer los artículos de Celia.
Muahahahaha.
Para iniciarte en el fascinante mundo de los relatos cortos debes tener, sobre todo, unas ganas insaciables de escribir. Una libreta y un bolígrafo también ayudan. Y la capacidad de ver historias en cualquier sitio.
¿POR QUÉ RELATOS BREVES?
¿Por qué escribir relatos breves (entre 1.000 y 7.000 palabras) en lugar de historias más largas? Si me preguntan a mí, que casi sin quererlo me he convertido en algo parecido a un especialista según Google, daría media docena de motivos. A ver si te encaja alguno:
- La vaguería. Es pensar en un tocho de 300 páginas y se me cae el alma a los pies.
- El placer de empezar historias. Cada nuevo comienzo me recarga las pilas. Es una oportunidad única de mejorar la historia anterior, de afrontarla desde otro ángulo, de olvidarla y empezar de cero.
- El orgasmo de culminarlas. Los finales de los relatos cortos es la parte que más satisfecho me deja. Disfruto mucho buscando la frase perfecta con la que culminar la narración.
- La facilidad para difundirlas. Un blog, redes sociales (como ejemplo, te diré que estoy escribiendo tres microrrelatos al día en mi perfil de Instagram; es una red que funciona muy bien para eso ahora mismo), un correo electrónico, whatsapp…
- El encaje de cada uno de los elementos. Todo debe funcionar como un reloj (que tenga cuerda, claro). No es fácil, pero cuando lo consigues, ¡boom!, ahí la tienes, la historia redonda.
- Participar en concursos. Hay miles a los que apuntarse. Y cada uno de ellos es una oportunidad de darte a conocer o de ganar un poco de dinero.
También hay motivos para lo contrario, para huir de los relatos cortos como de los comerciales de telefonía móvil.
- Tendrás más difícil publicarlos porque se venden poco.
- Puede parecer un género menor, pero no lo es.
- Necesitas renovar las ideas continuamente.
- Puedes participar en concursos y lo más normal es que no ganes. Si eso minara la seguridad en ti mismo, es otro motivo.
¿POR DÓNDE EMPEZAR A ESCRIBIR RELATOS CORTOS?
–Primero, enamórate de una frase. Yo siempre comienzo los relatos por una frase con la que compartiría una vida.
¿Cómo distingues si es lo suficientemente buena? Lo sabrás. Seguro. Y con el tiempo, te costará menos encontrarlas y reconocerlas.
–Tira del hilo, a ver hacia dónde te lleva. Recuerda que es un relato corto. Sobran las digresiones. Y los personajes (mejor dos o tres, no más) han de quedar definidos con pocas palabras.
–La clásica estructura planteamiento, nudo y desenlace funciona muy bien, pero siéntete libre de experimentar. ¿Por qué no comenzar por el desenlace?
–Y si la cosa sale mal, siempre puedes escribir otro. Es la magia de los relatos cortos: el tiempo invertido no es demasiado.
–Pon todo tu ingenio y talento en el final. Es con lo que se va a quedar el lector.
A mí me pasa que, a medida que lo voy escribiendo, lo veo claro. Tú puedes encontrar tu propio sistema: pensarlo de antemano, improvisarlo (pero bien, nada de deus ex machina), escribir un final no cerrado…
–Una vez que has escrito el relato, viene la parte más dura, pero que será la que determine el resultado final: cortar y reescribir. Elimina cualquier frase que no aporte al tema principal del relato. Adjetivos, los justos. Y adverbios. Trata de escoger el verbo perfecto.
–Y ahora, envíalo a concursos literarios. O acumula un buen número y plantéate publicar una colección de relatos cortos.
UN ÚLTIMO CONSEJO
Lee todos los libros de relatos que puedas. En mi blog tengo algunos artículos en los que te recomiendo lecturas, pero así, rápido, te nombraría a Raymond Carver, Quim Monzó, Julio Cortázar, Edgard Allan Poe…
¿Qué te ha parecido el artículo? ¿Te animas a escribir relatos cortos? ¿Ya lo haces? Cuéntamelo en los comentarios
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Todos los caminos conducen a la decadencia. Pero no todos son igual de válidos. Y hay que intentar disfrutar del camino.
Conducen a la decadencia, o no. También pueden, simplemente, conducir a la transformación. A veces, a la desaparición, quizás, no lo se. La decadencia puede ser buena, mala o «igual». O buena para unos y mala para otros, o depende de las circunstancias, de los momentos…Pero quizás, en líneas generales, por lo menos, lo más apropiado sea hablar de transformación. Como con la energía, que dicen que ni se crea ni se destruye, tan sólo se transforma. Aunque todo eso de que se cree o no, o de que haya existido siempre o no, o de la Nada…Son conceptos que los humanos pienso que no tenemos capacidad de aprehender, que nos sobrepasan.
La vida diluída como el hielo en la bebida.
Tiene un punto conmovedor ver como los humanos intentamos oponernos al caos.
Dando vueltas por la ciudad es muy probable que no llegues a conocer a nadie pero es posible que te conozcas un poco más a ti mismo.
Aquel hombre buscaba la muerte. Se metía en empresas arriesgadas, en aventuras peligrosas, provocaba a la gente, buscaba los duelos.Era un ser romántico a quién la ruindad de este mundo se le hacía insoportable. Cuando estuvimos frente a frente, pistolas en mano, creo que una especial alegría corrió por sus venas.Cayó como un pajarito. Creo que nunca tanto bien le hice a nadie.
Bajaron de la pequeña colina de cerca de la mansión a donde fueron a mirar las estrellas. Ya dispuestos alrededor de la mesa no tardó en comenzar el banquete. Se habló de lo divino y de lo humano, se recordaron hechos de la vida de Valmour, se comió y bebió en abundancia, el plato principal con especial emoción, y siempre buscando la armonía y no la discusión, para que Valmour bajase bien y así se cumpliese su última voluntad en este mundo. Al final, el anfitrión de la velada pronunció unas breves palabras.»Queridos amigos, acabamos de incorporar el corazón de nuestro querido Valmour a nuestros organismos, como el quería. Brindemos por ello» «Brindemos por Valmour y por nosotros mismos» gritaron todos.
Frío, frío, frío. ¡Que fríos sois, joder!.Yo también quiero ser frío. No tener sangre ni pensamientos ni sentimientos. Ser frío y ser feliz.
Quizás no debería haberlos escrito pero ¿quién sabe?
No había sido un buen día. La verdad es que ya hacía mucho tiempo, quizás demasiado, que no había buenos días. Cogió la bicicleta para intentar relajarse. Se sentía cansado y empezó a pedalear lentamente.Los pensamientos y sentimientos seguían ahí, implacables, como una taladradora.Comenzó a pedalear con más fuerza y poco a poco se fué sintiendo mejor. Se animó y pedaleó aún con más impetu, a gran velocidad, Mejoraba. Hasta que un camión hizo que dejase de pedalear,de sentir y de pensar.
A ver si puedes eliminar todos los míos.
Cuando salió por ese agujero por el que se viene a este mundo, les estaban esperando un policía, una psiquiatra, una juez, un neurólogo y un cura.Al parecer, durante el embarazo, había asimilado a su hermano gémelo y las autoridades querían saber si el bebé venía al mundo con la simiente del mal en él o no, y que medidas convenía tomar al respecto. Esta historia se la contaron sus padres cuando llegó a la adolescencia y a él le pareció un poco rara. Pero, con los años, viendo las cosas que pasaban en el mundo, ya no se lo parecía tanto.
Demasiado surrealista y absurdo.
Empezaron a echarle tierra encima. Pudo ver a los más viejos del clan en primera fila, como era ley, al lado de su tumba. Por un momento tuvo un ligero arrebato de rebeldía. ¿Porqué tengo que morir tan joven?. ¿Porqué no alguno de los viejos?. Pero pronto se calmó. Así eran las cosas y así tenían que seguir siendolo. Así era desde tiempos muy remotos. Le había tocado y no quedaba más que aceptarlo. De repente se dió cuenta de que empezaba a tener dificultades para respirar. No tardó mucho en notar la tierra ya sobre su cara. Le echó una última mirada al clan. Y cerró los ojos. Poco a poco fué sintiendo, con grosera molestia, que se iba, que se iba. Y se fué-
Demasiado macabro e imitación barata de Poe. En el mundo ya hay demasiadas macabradas.
Muy bueno, gracias por escribirlo.
saludos desde Panamá
Hola, Giancarlos
Muchas gracias por tus palabras.
Feliz escritura
Vagueria no existe, es vagancia.
Muchas gracias, Anael. Lo cierto es que la imaginación también se trabaja. Cuanto más te esfuerzas en exprimirla, más jugo sale :)
¡Hola, David!
Me encanta. Leo tus relatos en instagram y me asombra la imaginación que tienes. Creo que lo más importante es la capacidad de síntesis, la habilidad de recortar y saber reconocer un buen final.
Habrá que poner tus consejos en práctica.
¡Un abrazo!