Empezar a escribir puede convertirse en un reto para quien quiere plasmar en el papel las historias que le rondan por la mente. A algunos les sale de manera natural, pero otros necesitan una guía. En esta serie de artículos, irás aprendiendo, de la mano de varios escritores, cómo adentrarte en cada género narrativo para empezar a crear esa historia que siempre soñaste escribir.

El artículo de hoy se centra en cómo escribir con personajes LGTB. Ruth Ibáñez Ámez es autora de obras como Antes de que todo se rompiera, Armarios y fulares, entre otras. Además de escritora, es maestra y comparte artículos sobre educación y escritura en su blog Escribir en tiempos de Google. 

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Uno de los aspectos de la escritura que más me gustan (diría que es el que más me gusta) es crear personajes. Me lo paso pipa imaginando gente y poniéndola en situaciones comprometidas o divertidas. Me gusta pensar qué haría yo en esos momentos, y darle la vuelta para ponerme en el lugar de los personajes.

O, mejor dicho, para ponerme en su piel, con sus peculiaridades, e imaginar cómo actuarían.

Aunque siempre se cuela algo de ti en lo que escribes, los personajes que invento suelen tener poco que ver conmigo, al menos a primera vista. Y en todas las novelas que he publicado, incluidas las que tengo en la recámara para publicar, hay personajes LGTB.

Alguna vez me han preguntado por qué meto personajes LGTB en mis libros. Curiosamente, nunca me han preguntado por qué la mayoría de mis protagonistas son hombres, o por qué hay profesores, o por qué hay gente rubia, morena, alegre, borde…

Pero lo de LGTB les salta a la vista. Qué cosas.

El mismo motivo que me lleva a crear personajes tridimensionales con los que la gente se pueda identificar es lo que me lleva a incluir gente LGTB. Simplemente, porque vivo en el mundo y el mundo está lleno de gente diferente y diversa. Porque, igual que me rodea gente morena, rubia, alta y baja, también tengo gente LGTB a mi alrededor.

Sí es cierto que al principio lo hice con un poco de miedo. Mi primera novela estaba protagonizada por una pareja gay y me daba pavor caer en clichés u ofender a alguien. Como mujer heterosexual, tenía la sensación de estar metiéndome en camisa de once varas, pero la historia no hubiera tenido ningún sentido con una pareja heterosexual y me animé a escribirla.

Y salió bien. Porque tuve en cuenta algunos detalles que voy a compartir contigo.

PERSONAJES LGTB: ALGO MÁS QUE SU SEXUALIDAD

Si quieres empezar a escribir personajes LGTB porque se te ha ocurrido que puede ser un buen cebo para vender más libros, atraer a un grupo de lectores específico o porque «está de moda», hazme un favor: no lo hagas. Eso se llama gaybaiting y está más que feo. Nadie te está pidiendo una cuota, y si no te apetece o no te encaja, no lo hagas.

Aparte de lo plano y mal hecho que te iba a quedar.

Si estás escribiendo una novela cuya trama principal no gira alrededor de la sexualidad de tu personaje (por ejemplo, un adolescente intentando sobrevivir al acoso en el instituto), ser LGTB va a ser una característica más, no la razón de ser de tu personaje.

Ojos azules, mal carácter cuando su equipo de fútbol pierde, bajo para su edad y gay. Y un corte de pelo que parece hecho por su peor enemigo.

Piensa un momento en cuántas veces se menciona que un personaje es heterosexual. En la gran mayoría de los libros, ni una sola vez; todo lo más, se puede ver que le gusta gente del sexo opuesto y das por supuesto que es heterosexual. Es la opción por defecto.

Con un personaje LGTB puedes hacer lo mismo. Una vez hayas expuesto que le gustan las personas de su mismo sexo, ya está, ya no tienes que recordarlo cada vez que aparece. A partir de ahí, su caracterización va a ser la misma que usarías con cualquier otro personaje. Y, al igual que deberías hacer con cualquier otro personaje, la gracia está en no abusar.

Me explico.

CUIDADO CON LOS CLICHÉS

Este consejo vale para todo, pero cuando empiezas a escribir personajes LGTB, aún más.

Sobre todo cuando, como yo, no perteneces al colectivo y es muy fácil dejarse llevar por chistes, estereotipos y clichés que pueden ser muy dañinos.

No hay nada malo, por ejemplo, en que tu personaje tenga gestos afeminados, pero si lo único que lo caracteriza es la «pluma», estás reproduciendo un estereotipo, no creando un personaje real. Si encima lo repites cada vez que aparece en escena, directamente lo has convertido en el alivio cómico o un chiste andante.

Y dudo que sea lo que buscas.

Piensa en todos esos personajes que tienen un manerismo, ya sea la manía de morderse las uñas cuando están nerviosos o un tic en el ojo. Utiliza cualquier rasgo exagerado que quieras darle a tu personaje (cualquiera que sea su sexualidad) con cuentagotas; no está mal recordárselo al lector de vez en cuando, pero no hace falta hacerlo en cada línea de diálogo.

Un gran ejemplo de esto es la serie de Juan Gómez Jurado en la que aparece Jon Gutiérrez, el policía vasco y gay que acompaña a Antonia Scott. Gómez Jurado menciona mucho más que Jon es vasco y fuerte («no es que esté gordo») que su homosexualidad; es algo que está presente, que todo el mundo sabe desde el principio y que, a veces, aparece en forma de frases que te arrancan una carcajada porque te hacen pensar Modern Family o Aquí no hay quien viva, pero no es lo que mueve al personaje.

Jon Gutiérrez es un personaje tridimensional con un montón de características, entre ellas ser gay. Pero lo que convierte al personaje en fundamental en la historia es su personalidad, su sentido de la justicia y su relación con Antonia.

Y que el pobre no pilla cacho.

Como norma general, e independientemente del género que escribas, la sexualidad de tus personajes te debería dar igual (entre comillas, como todo). Las motivaciones van a ser las mismas sean LGTB que heterosexuales, sus pasiones y deseos también. La sociedad que los rodea puede ser distinta, quizás, pero eso también es algo que puedes controlar tú.

Para ver un ejemplo de esto, te recomiendo Schitt’s Creek, una serie de Netflix, donde los guionistas crearon un entorno sin homofobia en el que los personajes LGTB tienen las peculiaridades que tienen sin importar su sexualidad. Modern Family también hace eso en la mayoría de sus capítulos.

ANTE LA DUDA, PREGUNTA

Cuando no perteneces al colectivo, empezar a escribir personajes LGTB te puede poner un poco nerviosa. Sé que a mí me pasa, porque quiero hacerlo bien y no crear un pastiche y un cliché que pueda ofender o, peor, fijar aún más estereotipos muy peligrosos.

Normalmente es suficiente con escribirlos desde el respeto y sin caricaturizar, como te he explicado más arriba. Pero a veces tenemos la sensación de que eso no basta y queremos asegurarnos de no meter la pata.

Para eso están los lectores de sensibilidad, que parece una cosa extraña pero no lo son tanto. Son lectores que te van a señalar las meteduras de pata que hayas podido cometer a la hora de escribir.

No necesitas encontrar a alguien que se dedique a esto de manera profesional. Encuentra en tu entorno alguien a quien le guste leer y pertenezca al colectivo que pueda echarle un vistazo a tu manuscrito. Que te señale clichés en los que quizás no habías caído, o cualquier detalle que le parezca ofensivo.

No tengas miedo en pedir ayuda. Nadie se va a ofender si la pides, precisamente, para no ofender.

Lo importante cuando empiezas a escribir personajes LGTB es que tengas presente que estás escribiendo personas. Independientemente de todo lo demás, buscas que sean creíbles y que su sexualidad no condicione sus motivaciones. Ni a ti ni a mí nos condiciona, y a tus personajes tampoco.

¿Te has planteado incluir personajes LGTB en tus novelas? ¿Sueles hacerlo? ¿Con qué dudas te has encontrado? Cuéntamelo en los comentarios

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Correctora, maquetadora, mentora y formadora de escritores. Autora de manuales de escritura y novela juvenil. Ayudo a escritores a mejorar y pulir sus textos, y a dejarlos listos para publicar. Les enseño cómo revisar sus libros y todos los secretos de la autopublicación.
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