Cuando aprendes a caminar, te caes una y otra vez hasta que tus piernas se fortalecen y tu equilibrio se estabiliza; es innato no rendirte. Lo mismo pasa a lo largo de tu vida con la familia, el trabajo y los amigos. Hay situaciones o errores que te llevan a preguntarte por qué te está pasando aquello o lo otro; no lo ves justo, porque no te lo mereces, y te ofuscas. Te centras en el problema y no en la solución, pero continúas siendo incapaz de ver lo que has aprendido de la experiencia ni aun cuando la tormenta amaina. Y eso sucede porque nadie te ha enseñado cómo transformar tus fracasos en éxitos.

CUANDO ERES ESCRITOR…

Como escritor, sueñas que llegará un día en que una editorial te llamará por teléfono, te dirá que le interesa tu novela y te la va a publicar. Pero ni aun así tienes el éxito asegurado, créeme, a mí me ha pasado. Hace un par de años envié una de mis novelas a una editorial que recogía manuscritos. A los tres meses me llamó una mujer que se presentó como la editora, me dijo que llevaba media novela leída y que le estaba gustando mucho.

Cuando esto sucede reaccionas de dos formas: te pones a gritar como si te hubiera tocado la lotería, o te mantienes a la expectativa porque todavía no te crees lo que te está pasando. Esa última fue mi reacción. Poco a poco te vas haciendo a la idea de lo que conlleva que una editorial te publique: el contrato editorial, eventos y presentaciones frente a un público al que no tienes costumbre de dirigirte, nervios, felicidad, gritas a los cuatro vientos que te van a publicar…

Pocos meses después, en un evento que tuvo lugar en mi ciudad, conocí a la editora en persona, pero también hice migas con otro escritor, llamado Juan, con el que compartí mi teléfono. Pero, si conocéis el cuento de La lechera, donde al final el cántaro se rompe y los sueños se pierden en la decepción, eso fue lo que sucedió.

EL FINAL DEL CUENTO

Después de un año y medio sin dedicarme a nada más que reescribir algunas escenas y aplicar cambios a la novela, según me iba diciendo la editora, llegaron las vacaciones. Uno de esos días la mujer me llamó y me dijo que, muy a su pesar, no iba a publicarme. Me comentó que después de leerse la novela al completo había errores como: escenas que no aportaban nada a la historia, personajes flojos, alguna trama que no acababa de desarrollarse correctamente…

Como imaginarás, mi decepción fue a lo grande. Pero lo peor vino cuando tuve que decirles a familiares y amigos que no iban a publicarme. Algo así te mantiene fuera de combate durante algunos días. Pero no estaba dispuesta a rendirme.

¿Recuerdas a Juan, el escritor con el que hice migas en el mismo evento que conocí a la editora? Pues también a él tuve que decirle lo que había ocurrido y, aunque lo sintió mucho por mí, se interesó por mi novela y me pidió si podía leerla para darme su opinión. Y se le envié.

Casi cada día hablábamos por WhatsApp y me daba sus impresiones. En resumen: la editora tenía razón en todo lo que me había dicho, por mucho que a mí me hubiera dolido.

Después de esto, Juan me enseñó cómo crear una escaleta. A raíz de ahí, me centré en escribir una historia nueva utilizando esa herramienta, y tengo que reconocer que fue muy útil trabajar con una escaleta.

A partir de ese momento, empecé a sentir que los errores son necesarios para evolucionar, para crecer como escritor. Además, había hecho buenas migas con Juan y, más adelante, cuando tuve que cerrar mi propio blog (gratuito) por el famosísimo tema de la Ley de Protección de Datos, conocí a Celia, a la que le ofrecí colaborar en su blog.

EL LADO POSITIVO

De mis caídas aprendí a ver el lado positivo de las situaciones. Si la editora no me hubiera rechazado, la publicación hubiera sido pésima, y hoy en día todavía no habría aprendido a planificar, ni sabría hacer una escaleta, ni hubiera hecho amigos como Juan, ni hubiera conocido a Celia, con la que hablo casi todos los días.

Así que ya ves, no todo está perdido cuando las cosas no salen como esperabas o cometes errores. Igual que cuando era niña, he tropezado y me he caído, y solo de mí dependía volver a levantarme. No te rindas nunca, por muy difíciles que se pongan las cosas, y busca el lado positivo, porque siempre hay algo que aprender. El éxito puede estar esperándote en la próxima esquina.

¿Te ha pasado algo así en tu vida? ¿Cómo reaccionaste frente a la situación? Cuéntamelo en los comentarios, estaré encantada de leerte ;)

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Recojo retales de la vida y los pego, corto y convino para crear historias de fantasía. Hacer soñar al mundo es mi misión, mi destino. Leer literatura me acerca a las estrellas que quiero alcanzar, me libera, emociona y enseña. Evoluciono con cada situación, el pasado siempre es un maestro y las caídas sirven para alzarme de nuevo.
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